Buenos días:
Sr. Rector, Presidente del Consejo Universitario
Sr. Secretario General
Distinguidos miembros del presídium
Distinguidos invitados
"Antes de empezar, quisiera hacer una confesión personal. He tenido la suerte de hablar en distintas tribunas y hasta el momento creo que no lo he hecho mal, no obstante ante el pleno del Consejo Universitario, frente a ustedes, nunca me salió bien ningún tipo de discurso. Por ello espero el día de hoy poder sacarme la espinita o enterrármela más... la espinita".
Estimados compañeros y compañeras:
Quisiera
agradecer a todas y todos aquí presentes, hoy ex consejeras y ex consejeros
universitarios con quienes tuve el placer de convivir alrededor de dos años,
pero también a sus comunidades que los eligieron, ya que, sin ellas simplemente
no hubiese tenido el gusto de conocerlos. De igual forma extiendo mi gratitud al
sr. Rector, José Narro Robles y a todos los miembros de su equipo quienes se
mantuvieron al tanto de las necesidades e inquietudes de cada uno de nosotros.
Sólo puedo
decir, que me siento afortunado al poder hablar hoy frente a ustedes, con
quienes compartí arduas horas de trabajo en el pleno del Consejo Universitario
y en las comisiones; con quienes sostuve debates intensos e intercambio de
ideas, todo lo cual, me resultó por demás enriquecedor. Como representantes
estudiantiles, estoy seguro, aportamos lo necesario e incluso un poco más para
que la UNAM se mantenga como un referente a nivel nacional y mundial en su
misión básica: la enseñanza, la investigación y la difusión de la cultura.
Pero nuestro
periodo también vivió retos y complejidades a los que supimos responder,
defendimos a nuestra Universidad de aspiraciones autoritarias e incluso
violentas y de un golpeteo político cuyas intensiones nunca fueron claras.
No obstante, el
día de hoy las cosas ya no son iguales, de hecho ya no pueden seguir iguales;
México nos presenta un panorama difícil, complejo.
La inseguridad y
violencia que azotan a franjas importantes de la población y del territorio
configuran nuevas responsabilidades, y como universitarios se nos convoca a
estar a la altura que nos exige la situación.
A ser solidarios
con las causas nobles, y ser sensibles ante las desgracias, que
desafortunadamente se presentan actualmente.
Asimismo, es
nuestra responsabilidad defender los derechos humanos, defender la existencia
de la Universidad pública y laica, defender la impartición de una educación de
calidad, y por supuesto defender y consolidar las libertades democráticas que
se han alcanzado. Pero siempre, bajo dinámicas que permitan el diálogo y los
acuerdos, para cerrar el paso a cualquier aspiración de violencia.
Pienso que, sólo
bajo estas condiciones lograremos construir las bases necesarias para que todos
puedan aspirar a un mejor futuro, a un mejor México.
Como siempre, el
tiempo es un contrincante implacable y no me permite expresar las emociones que
se agolpan y demandan salir para expresar la gratitud y orgullo que siento por
la Universidad Nacional Autónoma de México. Emociones que se multiplican al
saber, que al igual que ustedes consejeras y consejeros, fui parte de su
historia y legado, el cual, estoy seguro verán las generaciones venideras.
Por tal motivo
los invito, desde el lugar donde nos encontremos, a sentirnos orgullosos de
nuestra alma mater y defenderla, porque hoy más que nunca México necesita de su
Universidad: vigorosa y trabajando, pero sobre todo porque es aquí, el lugar
donde se encuentra la materia prima, la arcilla en la que se depositan las
esperanzas de un país: su juventud.