miércoles, 28 de mayo de 2014

Las batallas que se vienen I: discusión y votación de las leyes reglamentarias en materia energética

La implementación de la reforma constitucional en materia de energéticos se encuentra en vilo, no se ha llegado a un acuerdo (público) entre las fuerzas partidistas para la redacción de las normas secundarias que detallarían los tipos de contrato y relaciones que establecerá el Estado Mexicano con la iniciativa privada ya sea nacional o extranjera.
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El panorama no es nada alentador. En las redes sociales se desató un rumor que terminó por confirmarse: la discusión de las leyes reglamentarias se hará durante la celebración del mundial de fútbol que tendrá lugar en Brasil.


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Se tiene previsto que el día de hoy (28 de mayo de 2014) se vote el siguiente calendario: el 12 de junio, día en que inicia el torneo mundial de fútbol en Brasil, los legisladores inicien la discusión de las leyes secundarias en materia energética; para el día 17, cuando México se enfrente a la selección de Brasil, se voten las leyes energéticas y para el 23, cuando el seleccionado nacional juegue contra Croacia, dé inicio el periodo extraordinario de sesiones.


Según los partidos de la Revolución Democrática (PRD), del Trabajo (PT) y Movimiento Ciudadano (MC), este calendario pretende sacar, aún más, a la ciudadanía de la discusión, con lo cual el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y Partido Acción Nacional (PAN) puedan actuar sin el ojo atento de los votantes. Particularmente pienso que el mundial de futbol no influirá de manera contundente por sí solo, lo que es un hecho es el bombardeo mediático por parte de las televisoras, las cuales dedicarán una tremenda cobertura lo que implica amplios espacios en los noticieros de todo tipo.

Por qué pienso que las televisoras se encargaran de construir temas de opinión que giren en torno al mundial de futbol, porque siempre lo hacen. Durante los torneos de balompié nacional, desde el domingo hasta el miércoles, los noticieros deportivos dedican el 90% de su tiempo a discutir y analizar jugadas, faltas, decisiones de los árbitros, declaraciones de los jugadores y cuerpo directivo, el color de los encuentros, etc.

Ahora hay que imaginarse lo que se viene: una cargada abordando cualquier tema que involucre (poco o mucho) el máximo torneo de futbol. Nos guste o no el deporte, todos vamos a estar en medio de un cerco informativo, ahogados hasta en las redes sociales; si bien esto no es resultado de un plan maquiavélico del gobierno de Peña Nieto, de Estados Unidos o el coco, la estrategia de calendarizar las discusiones trascendentales para el país durante un evento lúdico sumamente atractivo sugiere mañas y trampa por parte del PRI para actuar con total impunidad a lado de los poderes facticos, los cuales han sido un pilar para mantener su gobierno.

Por desgracia la oposición representada en el PRD, PT, MC y Morena no han planteado alguna estrategia efectiva para tratar de romper este cerco creado por las televisoras y sus filiales. Por eso afirmo que el panorama es poco o nada alentador para un país que suele tener una tradición futobolera como pocas, probablemente lo mejor que pueda suceder es que el seleccionado nacional se desempeñe de manera mediocre, como suele suceder, para que no pase a la siguiente ronda, de tal forma que provoque la indignación nacional y los ciudadanos le prestemos atención a los temas que realmente son relevantes.




@Ideassiniestras

lunes, 12 de mayo de 2014

La representación y su crisis, en todas partes

Hace algunos días tuve la grata invitación para participar en el Cuarto Congreso de Estudiantes de Posgrado, en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); el tema que me tocó abordar fue la “Representación de alumnos de Posgrado en los Cuerpos Colegiados de la UNAM”, por mi papel de Consejero Universitario.
                                                
Básicamente expuse como se compone el Consejo Universitario, las obligaciones de quienes ahí participamos y la posibilidad de incidir realmente en una institución tan importante como lo es la UNAM. El Consejo Universitario es la máxima autoridad colegiada de la Universidad, dado que se encarga de expedir todas las normas y disposiciones generales encaminadas a la mejor organización y funcionamiento técnico, docente y administrativo de la institución educativa más importante del país.

Este órgano colegiado se compone de 290 miembros, quienes representan a todos los sectores que convergen al interior de la Universidad; los estudiantes contamos con 80 consejeros que a su vez se sub dividen de la siguiente forma: 16 de bachillerato (CCH y ENP), 52 de escuelas y facultades y 12 de posgrado. Probablemente a primera vista, el sector estudiantil se encuentre en desventaja ante el pleno del Consejo, no obstante, el verdadero trabajo se da en las comisiones, cuyo papel es desahogar los diversos temas que componen la agenda universitaria.

Particularmente, tuve la responsabilidad de integrarme a la Comisión de Legislación Universitaria y ahí el sector estudiantil contaba con ocho representantes igualando a los directores y superando a los profesores e investigadores. La desventaja fue que sólo asistíamos de manera regular de tres a cuatros consejeros estudiantiles, pero aun así logramos dar la vuelta en temas y discusiones trascendentales para la UNAM.

Al final de la presentación, vinieron las preguntas del público asistente, algunos de ellos cuestionaron el número reducido de la representación estudiantil y la legitimidad de estos espacios, en suma, abrieron el espacio para debatir la representación política y su validez. Personalmente comparto una posición crítica hacia esta fórmulas para instrumentar la democracia como forma de gobierno, pero más allá de iniciar críticas en contra de los representantes opte por girar hacía la otra cara, es decir, los representados.

Hasta cierto punto me sorprendí de la cantidad de alumnos, de licenciatura y posgrado que desconocían el nombre de su consejero universitario, técnico y académico, así como sus funciones y responsabilidades, quizás pueda justificar dicha situación ante el ambiente tan estresante que demanda el estar cursando estudios superiores. No obstante al preguntarles cuántos de ellos conocían a su diputado federal y local, me aterrorizo la cifra: de un auditorio con alrededor de 150 ciudadanos, sólo seis levantaron la mano.

Me queda claro que este alejamiento entre representantes y representados se da en prácticamente cualquier espacio que implique esta relación: diputados, senadores, consejeros estudiantiles y hasta en el comité vecinal. Por ello voy a lanzar la siguiente afirmación: a quienes ocupan el papel de representantes les conviene que sus representados ignoren su existencia, así pueden actuar según los intereses propios, de partidos o de facciones, total sus votantes ni enterados están.

Me ha tocado jugar en ambos lados de la cancha como representante (estudiantil y vecinal) y como representado. Bajo el primer rol, puedo ufanarme de los esfuerzos que emprendí para que mis compañeros estudiantes y mis vecinos se involucraran en los asuntos que de alguna forma les compete; bajo el segundo papel procuro estar al pendiente de quienes tomar decisiones por mí, ya que por ellos vote. La política es un asunto importante y a veces delicado, necesariamente se le tiene que dedicar tiempo si es que queremos que funcione.


Necesitamos fiscalizar a nuestros representantes, exigirles cuentas o de menos saber quiénes son y así no caer en un papel pasivo-quejoso, que sólo aprovecha las etapas electorales para quejarse amargamente de que la situación está de la chingada. Esto también sirve para erradicar prácticas tan nocivas como el clientelismo, que perpetuado en nuestra democracia a una clase política bastante enana que prefiere invertir en despensas y suvenires, porque le temen a verdaderos ciudadanos, con opinión y voluntad propia.

lunes, 5 de mayo de 2014

25 años del Partido de la Revolución Democrática. Botín de sus corrientes

Una respuesta inmediata puede ser: poco o nada. Poco o nada porque el partido ha perdido la brújula en los político, económico y social.

Cualquier militante observador puede darse cuenta que el PRD tiene un origen carismático-caudillista, es decir, su fundación se debe básicamente al impulso o inercia generada por un personaje que fue capaz de articular diversas fuerzas para aglutinarlas en una organización que él va encabezar y por lo tanto decidir sobre su vida interna. Ojo este tipo de partidos suelen ser estigmatizados por los “teóricos” estadounidenses porque, todo aquello que rompe con sus modelos, lo consideran exótico, singular y por lo tanto atenta contra la vida institucional de cualquier país. Así mismo cuenta con otro rasgo originario: la existencia de corrientes internas que aglutinan a su militancia y compiten entre sí para obtener mayor poder y recursos dentro y fuera del PRD.
Estos rasgos han persistido a lo largo de los 25 años del partido y están lejos de borrarse, sobre todo la dinámica de corrientes, dado que, después de Andrés Manuel López Obrador no existe hasta el momento otro líder capaz de “disciplinar” a estos grupos.

Son los militantes quienes padecen de manera cotidiana las dinámicas de la vida interna del PRD, pero cuando hablo de militantes no me refiero a los líderes de medio pelo, quienes aspiran a obtener una diputación local, federal o algún cargo dentro de los comités estatales y mucho menos hago referencia a las clientelas de las que estos “dirigentes” se sirven para hacerse sentir dentro de las estructuras partidistas. No, hablo de las personas que decidieron participar de manera voluntaria y quienes a su vez se encontraron con estas corrientes cuyos actos responden más bien a lógicas de facciones.


Este tipo de militantes tienen poca o nula oportunidad de participar de manera real dentro del PRD si deciden no afiliarse en una corriente, esto podría ser sano siempre y cuando no se atentara contra la estabilidad del propio partido, fenómeno que sucede cada que viene una elección interna, cambio de la dirigencia nacional o incluso estatal, etc. Bajo estas variables son las facciones y sus “dirigentes”, que dicho sea de paso, suelen ser catalogados como mediocres[1] quienes deciden si el PRD tendrá o no estabilidad y gobernabilidad.

Con esta amenaza son al menos tres grandes corrientes que se han enquistado dentro del partido, Nueva Izquierda, Izquierda Democrática Nacional y algunas otras que suelen jugar a la bisagra para “desempatar” y sacar mayor beneficio de las “negociaciones”. Hay que decirlo el PRD vive bajo estas condiciones es culpa primero de Cuauhtémoc Cárdenas quien se benefició en un primer momento, ya que, él contaba con la capacidad de repartir los espacios a los grupos, que posteriormente derivarían estas corrientes, que le garantizaban mayor lealtad. Posteriormente fue el propio López Obrador quien solapó la consolidación de pequeñas oligarquías, las cuales fueron las responsables de su salida, aquí se puede entender el dicho: “cría cuervos…”

Los preocupante es que las corrientes, están muy lejos de desaparecer, cada una presenta su propio proyecto de partido, se pelean la interlocución ante las otras fuerzas partidistas y con el gobierno federal, ¿apoco se pensaba que la confrontación interna por la entrada del PRD al “Pacto por México” fue una cuestión de principios e ideales? Si bien este partido ha logrado cosas importantes en materia legislativas y políticas públicas de gobierno, éstos se ven opacados por la endeble estabilidad que a cargo de las corrientes internas, la militancia se bifurca en lealtad al grupo y al líder, elementos que garantizan un probable crecimiento en la carrera política del aspirante.

Visto desde afuera, la mística militante dentro del PRD se puede reducir en tres formas: la primera, contar con un liderazgo cuya base sea un capital social construido a través de lógicas clientelares; la segunda, pertenecer a la aristocracia del partido, es decir, ser descendiente directo de la oligarquía que posee la estructuras partidistas y tercera, confrontarse con todas y todos, para llamar la atención de alguna corriente para que pueda “adoptarlo” y quizás tener la oportunidad de acceder a espacios de decisión.

Pero lo que realmente me preocupa es que las juventudes perredistas parece que repiten estas prácticas y se sirve de ellas para crecer, pero se quejan de las mismas cuando interfieren en sus (i)legitimas aspiraciones. Aun así pienso que es necesario buscar formas más creativas de militancia, construir vasos comunicantes con los movimientos sociales rompiendo con las tentaciones clientelares o aspirar a una caricatura del corporativismo; estoy convencido de que se puede lograr.

Finalmente la “marca” originaria carismática-caudillista del PRD se esta repitiendo con Andrés Manuel López Obrador y Morena, además se están sumando grupos que también forman corrientes, la diferencia es que no se reconocen en sus estatutos, quizás esto sea un candado que ayuda a centralizar la toma de decisiones. Algo debe estar pasando en la izquierda mexicana que sólo alcanza acuerdos y pactos a través de este tipo de institucionalización.



@Win_Ramirez 


[1] Víctor Hugo Martínez González, “La devaluación organizativa del PRD”, en Jorge Cadena-Roa y Miguel Armando López Leyva (Compiladores), El PRD: orígenes, itinerario y retos, UNAM-IIS-CIICH, México, 2013, p. 224